Cargando el contenido de su tienda ...

A la noche le implantaron vástagos

   A la noche le implantaron vástagos, crecieron solos sobre el día trémulo, troquelando en un tris-tras, frisos inciertos que cierran tu armario de un  inmarcesible firmamento. 

Me siento inerme y delicuescente como en tiempo de adviento, memento de mármoles alineados perfectos, aunque prefiero tus fehacientes defectos que desfolian fugazmente esta fe febril de funambulista fiero.

Confiesa Abril, mes de agüeros agoreros, brújula de brumas sin bromas, brizna de volátiles vientos, gozne que guarda el goce estético. 

Etílico de voces colijo que empieza el juego, y me regalas unas reglas que gimen como jilguero agonizante en jaula de grueso hierro.

Si yerro, será porque el ronroneo sonrojado rema mácula en mente y en secreto. Si acierto, será porque el acervo de verbo, incarnatus est en un raptus de miedo.

Estoy en el ruedo, tísico Teseo me siento, siguiendo el hilo que tejes revistiendo el deseo. No quiero ser Perseo, más aún prefiero que seas tú con labios como espadas, la que calmes al animal que llevo dentro, porque a mi cuerpo no le miente ni la palabra ni el momento.

Tus labios rosas

   Tus labios rosas son como un girasol amarillo de Van Gogh, vistos por una pupila abierta que llora de miedo, aterida por el flagelo de mis muslos de musgo blanco, inserto en un verde campo de amapolas negras que trocan la lluvia por el sol de mayo, en una tarde rota por un rayo de culebrillas sinestésicas.

Mientras sollozas en mi pecho rojo de sirena de ambulancia, una locura urgente gobierna a una nube de azul marino que manosea tus pechos cárdenos, agrios y dulces como el limón y la miel que cura los catarros.

Una catarata de agua cristalina cae entre tu vientre y tu ombligo impúdico, para que bautices la roja sangre que chorrea entre mis heridas trémulas. Son el trénodo por las almas muertas que sólo supieron sufrir, mientras el gozo desesperado es una elegía a dos caras boquiabiertas.

Vicente Aleixandre in memoriam

En un vasto dominio
donde pudo crecer hierba roja,
un deslucido sueño
como noche oscura o alma ciega,
nubló el proceder o la razón anduvo queda.

Quizá el talante temerario
o que el miedo o la culpa
a sí mismo se ignora,
prescindiendo de su presciencia
el sabor de la Naturaleza.

Una tarde de ecos ocultos
que el olor de las palabras
o el ruido de la piel de los silencios,
confundieron el error y se disputó el acierto
para que los concertara el ruidoso mar.

Fueron devueltos punitivamente por sus olas
dentro de una espiral geométrica
que resuena y resuena como agua de almas muertas,
y ella misma juega sola, como rota o perdida
entre desnudas conchas, musgo y piedras.

ACRÓSTICOS-PALÍNDROMOS

Isabel

Intentaremos Sabiamente Ahora, Besarnos Efusivamente. Lascivas

Sinergías,  arrastrarán    bellos    efluvios    lujuriosos,         Enredarán

Ante       bondadosos      estilemas,      los      intimidadores  Belfos

Beligerantes.     Entre    la     impaciencia,     sensaciones     Abusivas

En         lugares        ignotos,     se            aparecerán                 Seguramente.

Los      Espacios          Bellos        Augurados,               Serán      Incluidos.

 

 

Eva

Eternamente,   Viviré      Amando     Entre   Verdades      Acordadas.

Vibraré     aunque    estés    visiblemente     afectada.      Volveré

A     engendrar      vetustos      afectos       encontrados     Entre

Valiosos   acervos   eludidos.    Viviré     acercándome    Voluptuosamente

Entre      Valores    Añadidos,    Ensueños    Volátiles        Ansiados.

Vengo de un mundo imposible

   Vengo de un mundo imposible inserto en posibles mundos que se adentran en tus texturas, para decirte sin protocolos unánimes que hieran tu posible coartada, 

que quiero tu cuerpo como se quiere el agua decantadamente uniforme de entre las piedras. 

Quizá ya no hay señas de identidad incierta ni posibles aguerridas enredaderas, sino pétalos de rosa púrpura que se deslizan entre tu sudor ocre que sabe a gélida marea. 

Si te recuerdo, es porque el sonrojo me malea los estertores siguientes de meras maneras morbosamente inciertas. 

O quizá, es la remembranza de tu nombre la que enajena mi seno roto,  como herido a espuertas de la marejada que a todo el mundo encontró por sorpresa, y les hirió como el aire brusco hiere a las flores muertas.

©Derechos de autor. Todos los derechos reservados.

Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones

Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.